Las puertas automáticas en los ascensores

Las primeras puertas automáticas de las que se tiene constancia fueron construidas en el siglo II a.C, por Herón de Alejandría, ingeniero, matemático y también famoso por sus estudios sobre hidráulica. Su invento está basado en el vapor de agua y su capacidad para mover objetos pesados, como las puertas de los templos, gracias a la energía que se conseguía del vapor y que se trasladaba a un sistema de poleas, las puertas se abrían sin esfuerzo.

En una época posterior hubo un cierto parón en lo que se refiere a la evolución de los sistemas automáticos, aunque entre medias, se creó el sistema de izado de los puentes levadizos de los castillos de la Edad Media.

Más tarde, se fueron perfeccionando los sistemas existentes. En el siglo XIX un monje benedictino, Andrew Gordon, inventó el motor eléctrico en 1740. Pero no fue hasta 1834 cuando surgieron los motores eléctricos realmente utilizables, gracias al ingeniero Moritz Von Jacobi.

La primera puerta que se puede considerar como contemporánea, ya que funciona como las que conocemos actualmente, fue la puerta de un garaje, automática y de movimiento ascendente. Esta se instaló en 1921 por la empresa Overhead Door Corporation. El primer abre puertas eléctrico de garaje, fue instalado por esta misma empresa en 1926.

Desde entonces hasta la actualidad, se han inventado multitud de sistemas, interruptores, mandos, sensores y tipos de puertas: abatibles, correderas, enrollables… Surgiendo constantemente nuevos avances técnicos, fruto de la investigación.

Esto también ha influido en el sistema de puertas automáticas instaladas en los ascensores, con la inclusión de distintos materiales en sus acabados y con la implementación de medidas de seguridad, para este medio de transporte tan usado a diario.

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